7 consejos para desengancharte del teléfono en tu empresa

Los móviles (y en concreto los smartphones) han ido adquiriendo en los últimos 10 años una cantidad de usos tan variada y extensa que se hace cada vez más imprescindible tener uno en empresa y además saber usarlo bien.

Pero son muy peligrosos, porque con tantos usos nuevos en el mismo sitio se mezcla lo prioritario con lo totalmente banal y puedes tropezarte con un vídeo de gatos a tan solo 1 mal clic de distancia mientras ibas a leer tu último email de trabajo.

Si ya te había comentando en un artículo anterior cómo adaptar tu smartphone para hacerlo más productivo, en este voy a presentarte mis 7 principales consejos para desengancharte del teléfono (tu smartphone) y sacarle partido (sin que te domine él a ti). Vamos a ello 🙂 :

1. Quita todas las alertas de las aplicaciones que puedas

No podré decirlo suficiente pero: tu atención vale dinero. Tu atención es como un cheque por tu tiempo futuro y, si ya sabes que tu tiempo es dinero, entonces sabrás que captar tu atención es como captar la promesa de 2 o 3 minutos viendo o haciendo algo.

Por eso las aplicaciones se pelean por ponernos alertas, llamar nuestra atención y que vayamos pero te conviene al máximo no permitirles ni la más mínima concesión. A las aplicaciones vas tú cuando quieres porque quieres. Así que primera etapa (desde el mismo día que compras un smartphone), quita todas las alertas de aplicaciones inmediatamente.

2. Programa el modo silencio para tus horas de trabajo

Y puntualizo: mi consejo no es solo «que lo pongas en silencio antes de entrar a trabajar», sino que lo programes. Es decir, que se ponga automáticamente él solito en modo silencio aproximadamente a las horas que sueles trabajar. Casi todos los móviles tienen esta opción en sus ajustes y da igual si unos días sales antes, otros después o si pierdes alguna llamada importante puntualmente.

Es preferible desactivarlo cuando haya algo importante que no al revés. Si no trabajas en atención al cliente por teléfono, tu teléfono es, como máximo, tu segunda herramienta más importante. La primera suele ser tu ordenador (que si no lo tienes ya en forma, empieza por ahí).

3. Mételo en un cajón (ni a la vista, ni en el bolsillo)

Yo tengo un protocolo cada día «de inicio del trabajo» y en él tengo todas las acciones necesarias para empezar el día en las condiciones que necesito. Pues bien, poner el móvil en un cajón nada más empezar, es una de ellas.

El móvil no puede estar ni en el bolsillo ni encima de la mesa porque los smartphones vibran, se iluminan y llaman tu atención de varias formas más que no te permiten trabajar tranquilo. Pero puedes impedírselo con un gesto tan simple como meterlo en un cajón. Ya sé que parece un gesto raro pero, créeme, el 95% de las alertas no merecen tu atención antes de que acabe tu jornada pero el 100% de ellas te van a generar una interrupción si se lo permites.

No lo hagas. Manda tú en la relación.

4. Cobra la atención al cliente

He trabajado muchísimas veces este tema en mentorías y si hay un mensaje que le daría a tod@s l@s emprendedores/as del mundo es: «la atención al cliente es un servicio que se cobra y si no paras de ofrecer tu tiempo gratis por llamadas a tus clientes es tan solo es cuestión de tiempo hasta que se den cuenta y te quemen a llamadas».

Por eso a los clientes hay que educarlos y hay que establecer una relación laboral razonable. Y sí: muchas veces la culpa de que el smartphone nos esclavice viene de que hemos negociado mal nuestros acuerdos y que estamos intentando «que no nos duela mucho» un recurso que hemos ofrecido gratis. Si el cliente quiere soporte por teléfono cóbralo y delégalo. Y si le parece demasiado caro tendrá que decidir si se calma (y acepta que le llames cuando puedas/acabes) o pagar la versión íntegra. Quizás te interese mi artículo sobre cómo organizar clientes.

En la mayoría de los casos esto tendrá además muchos efectos positivos: los clientes excelentes te pagarán extra por darles un servicio extra, los tóxicos se irán a explotar a otro, y los razonables probablemente te lo agradezcan y entiendan que les llames a su hora. En cualquier caso ganas siempre (y que no te dé miedo perder clientes tóxicos porque cuanto antes te los quites de encima antes podrás trabajar bien para los que te valoran).

5. Educa a tus clientes/as y colaboradores/as. Teléfono = Solo urgencias

Y en el caso de que mantengas atención al cliente o por ejemplo una línea en la que puedan llamar al trabajo, educa a tus clientes/as y colaboradores/as. El teléfono es para las urgencias, no para cualquier cosa cómoda. Esto implica, especialmente durante la transición que deberás decir varias veces «Sí, entiendo lo que me pides, pero como te he dicho, envíame un email porque no puedo aceptar esto por teléfono. El teléfono es para urgencias y N no es una urgencia».

Al principio es un poco tedioso pero, si generas una reputación suficiente de que por mucho que te molesten por teléfono no cederás, entonces ya preferirán ni intentarlo y te enviarán un email ganando un margen muy muy grande con el cambio (aquí tienes ayuda si los que se te acumulan son los emails).

6. Reserva 1 momento al día fácil para el teléfono

Aunque lo limitemos y tratemos bien, al fin y al cabo, atender al teléfono, forma parte de trabajar. Por eso, lo normal es que reserves tiempo de trabajo tanto para llamadas recibidas como para las salientes y para procesar lo que genere cada una.

Eso sí: esto las llamadas son trabajo al 100%. Igual que organizarse. Las llamadas no pueden pedírtelas a la hora de la comida o en fin de semana porque tu cliente «trabaje mucho» porque si ambos tenéis horarios, lo razonable es que se respeten los de ambos.

Así que escoge un buen momento al día (por ejemplo, nada más llegar por la mañana, a última hora de la tarde o al llegar después de la comida) y aparta las llamadas hasta ese momento. Hacerlas juntas y sin interrupciones tendrá varios efectos positivos en el resto de tu día y evitará que te corten cada dos por tres.

7. Usa un bloqueador de Apps

Hay herramientas (como AppBlock) que te permiten bloquear ciertas aplicaciones para que no las abras cuando no debes. Imaginemos que estás en una video-conferencia, la persona del otro lado te dice que tardará 10 minutos en un mensaje y como has sacado tu smartphone, de repente, ves que cualquier aplicación llama tu atención y haces clic casi sin pensarlo («total, tienes 10 minutos perdidos…»). Aquí es cuando estos bloqueadores son muy prácticos.

AppBlock por ejemplo detecta que has entrado en la aplicación A en horario de trabajo y te enseña una pantallita de que «está bloqueado en este horario». A veces con ese simple recordatorio pasas simplemente a preguntarte «¿y entonces que hago?» y con tan solo ese micro-instante de reflexión te das cuenta de que 10 minutos dan para un sinfín de cosas y que es exactamente el tipo de momentos que no quieres que te robe tu smartphone nunca más.

Extra: 8. Usa teléfonos diferentes para empresa y personal

Si todavía tienes dudas de esta piensa en lo molesto que puede ser leer un sábado por la mañana la queja de un cliente enfadado en un email de trabajo justo cuando querías desconectar. O lo incómodo que puede ser recibir un Whatsapp de tu amigo con no sé qué problema para el que de todas formas no vas a poder hacer nada hasta que salgas.

Separar ambos contextos tiene mucho interés y, si puedes tener como línea de trabajo un teléfono de los antiguos (sin apps, ni pantalla, ni tonterías), mejor que mejor. Solo llamadas.

Las llamadas urgentes de trabajo necesitan un trato especial pero, cuanto más mezcladas estén con otro tipo de mensajes, llamadas, alertas u otras cosas más caro te resultará dar servicio a esas llamadas urgentes y más avisos se te colarán como falsos positivos.

¿Cuál es tu clave?

Es cierto que el smartphone es algo muy personal y quién más y quién menos tiene sus truquillos con estas máquinas así que, ¿cómo haces tú para dominar el tuyo? Un saludo y muchas gracias por estar ahí como siempre 🙂

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