Cuando me enseñaron a jugar al ajedrez todavía me colgaban los pies al sentarme en una silla, pero si me acuerdo especialmente de una lección ésa es que: «siempre tienes que pensar en qué pretende tu oponente con cada movimiento».
En concreto me fascina la parte de que, incluso cuando no entiendas lo que hace tu enemigo, está intentando algo.
Puede ser algo simple, algo absurdo o algo inteligentísimo disfrazado de absurdo pero, siempre está intentando algo.
No confundas lo engorroso con lo inútil
Saco el tema porque existe una especie de tendencia (animada por conceptos en mi opinión totalmente peregrinos como la Ley de Pareto) que nos anima a pensar que la mayoría de lo que hacemos «es inútil» y una pequeña parte «es útil».
Este fenómeno además lo potenciamos sin piedad cuando se trata de opinar sobre otra persona o sobre un colectivo.
La inmensa mayoría de lo que hacen los políticos es inútil. Lo que hacen los abogados es inútil. Lo que hacen los negociadores es inútil.
Peligrosa reacción esa de tener ganas de cortar todo por lo sano. Especialmente si va a llegar un punto en tus proyectos en el que te sientas desbordado y acabes cortando por lo sano todo lo «inútil» (sin diferenciar muy bien lo que es inútil de lo que es solo engorroso).
Salvo excepción, todo tiene un motivo
Ahora pongámonos en situación. Piensa en una negociación de Airbus para venderle 80 aviones a Singapour Airlines o a ti negociando tu salario con tu futuro jefe.
Sabiendo ambos bandos lo que sería razonable desde el principio, ¿por qué estas negociaciones pierden días, semanas o incluso meses regateando? ¿Por qué empieza todo el mundo por extremos y no por una propuesta razonable?
Ambos ejemplos apuntan a lo mismo: porque no está demostrado que alguna parte no vaya a ceder antes de llegar a lo razonable.
Este tipo de procesos pueden acabar de dos formas: o bien obteniendo el mejor punto de equilibrio o bien cediendo en un sub-óptimo antes.
Pero nadie va a concederte el resultado bueno sin que hayas demostrado que no te vas a conformar con menos y que eres capaz de evitar los impedimentos.
Esos negociadores no están «perdiendo el tiempo». Están haciendo su trabajo que es intentar sacar el mejor resultado posible. Juegan sus cartas gastando tiempo y aunque a veces el trabajo sea estéril y podrían haberlo zanjado con un acuerdo razonable desde el minuto uno, seguirán haciendo lo mismo cada vez porque es rentable.
Incluso cuando el resultado global es el esperado, los detalles pueden ser el día y la noche comparados a si hubieses cedido desde el principio.
Todo tiene una lógica detrás
Por ello, en vez de percibir toda ralentización, engorro o tarea que no entiendas como una pérdida de tiempo o preguntarte con angustia por qué la gente te frena u obstaculiza es importante cambiar de perspectiva y buscar la lógica detrás de cada maniobra.
Como en el ajedrez: ¿por qué me están haciendo pasar por esto? ¿Qué motivo hay detrás?
Caemos demasiado rápido en la tentación de decir que todo es aleatorio, que no tiene lógica, que no se puede hacer nada. Cuando en realidad todo el poder de negociación, de resolución y de búsqueda de alternativas pasa por entender esa fina brecha entre lo absurdo y lo improductivo para nosotros (pero productivo para otros).
¿Y si entendiésemos los motivos de los demás?
Sinceramente, hay procesos que incluso entendiéndolos poco puedes hacer.
Pasaré mil detectores de seguridad en diferentes aeropuertos y el entender para qué sirven no me ahorrará el quitarme el cinturón ni una sola vez.
Sin embargo, en cientos de otras situaciones sí. Si empiezas a interesarte por la lógica de tu entorno, ganarás una gran capacidad de acción.
Y no te limites a sospechar. Acostúmbrate a preguntar abiertamente: «¿por qué tengo que hacer esto?», «¿por qué rechazas mi propuesta?» , «¿por qué me haces perder el tiempo con esto?» , etc. Y si la respuesta no te convence busca lo que no te pueden decir abiertamente.
Un jefe que se opone a tu propuesta o un colaborador que no recoge tus llamadas no es un hecho aleatorio, responde a una lógica. Adivina que cable se le ha cruzado y sabrás cómo desactivar la bomba.
El beneficio de no caer en la trampa
A veces, con sorpresa, descubrirás que conociendo todas las variables de la situación existe una alternativa mejor para ambas partes.
Lo aparentemente inútil acaba teniendo lógica y a tu problema sin solución, le encontrarás una salida.
Hay una gran diferencia entre lo inútil y lo engorroso así que la próxima vez que te entren ganas de abandonar en un proyecto porque crees que estás perdiendo el tiempo en una tarea absurda pregúntate: ¿es esto inútil o solo engorroso?
Ya que, a veces, por muy absurdas que parezcan algunas acciones son, sin lugar a dudas, lo más productivo que podemos estar haciendo. No levantes el pedal solo porque una tarea parezca inútil.
¿Se te ocurre algún otro ejemplo de situación en la que no ceder es ganar?
8 comentarios
Creo que no hay nadie totalmente inútil, excepto quizás en algunas enfermedades y estados. De todos modos a veces es mejor ser un inútil en algo que útil según para que cosas.
¡100% de acuerdo Luis 😀 !
Ejemplo absurdo pero muy cotidiano: no es la primera vez que escucho a una chica que va al gimnasio «jo, me apunté para adelgazar y lo que estoy haciendo es engordar. Lo dejo». Y yo les respondo: «tienes que esperar, por muy engorroso y sacrificado que sea, a que el múscculo que estás ganando empuje la grasa y la disuelva. Mientras esto no ocurra aumentarás peso, porque se suma el de la grasa que tienes más el del músculo, que pesa tres veces más que la grasa». Tengo visto a muchas chicas dejar el gym por esto. Ceden y pierden; si hubiesen persistido en lo engorroso (sacrificio más verse más voluminosas durante tres meses) contarían con la recompensa posterior: kilos de menos y reducción de volumen.
Otros ejemplos: estudiar una oposición (siempre asaltan los monstruos: «¿para qué? No voy a conseguir plaza, las cosas están imposibles»), redactar un libro de poesía («¿para qué hago esto si realmente es inútil a nivel de rentabilidad económica hoy en día?) y realmente todo aquello que cuesta. La fase de «para qué hago esto si es inútil» siempre nos asalta, aunque no sea cierto; simplemente, es engorroso.
Ahora bien, hace unos meses escribiste un artículo sobre la pertinencia de ciertas reuniones (aquellas en las que piensas: «para qué estoy aquí? No tengo ni idea»): yo las defendía y tú no tanto; pues yo ahora las odio a muerte y me cabrean, te di subconscientemente la razón y aplicando la lógica de este artículo, tú ahora las defenderías. Yo te pregunto: Iago, qué es lo útil de lo inútil de una reunión¿? Puedo entender su lógica, empatizar con la empresa y con sus razones, pero estratégicamente muchas de ellas siguen siendo inútiles y la empresa perdería claramente la partida de ajedrez, aún empleando su lógica y estrategia de productividad. (sí, soy una capulla, pero es en lo primero que pensé cuando leí este artículo, en las reuniones, porque tengo que ir expresamente desde mi casa al no tener horario completo y no encontrarme siempre en mi centro de trabajo y verle lo útil estaría bien xD).
No acabo de encontrar el artículo exacto al que haces referencia pero me suena mucho la reflexión de las reuniones. ¿No habrá sido por algún comentario por email?
De todos modos ni aquí defiendo que todas las reuniones sean útiles ni defiendo que debamos ir a las inútiles. Los dos puntos que me parece que he defendido en algún momento y que son complementarios son que:
* Siempre que vas a una reunión debes saber qué te aporta a ti (y que aportas tú) para no perder el tiempo y llevar las cosas claras
* Y en este artículo la lógica que se deduce es que, si alguien organiza una reunión que para ti no tiene ningún interés habrá que pensar: “claramente para mí no tiene lógica, pero para el organizador debe tener alguna”.
En esta segunda situación lo primero que se puede hacer es hablar con el organizador y decírselo. “Oye, esto no tiene ningún interés para mí y además creo que no aporto nada” a lo que nos puede responder con elementos interesantes que no sabíamos o puede que le hagamos ver que efectivamente visto desde nuestro lado es inútil venir.
Lo importante es entender la razón original porque no se debe actuar igual cuando el organizador se ha equivocado que cuando tiene una buena intención que no ha ejecutado bien o que nosotros no hemos entendido. Hay reuniones a lo mejor a las que debemos desplazarnos por 10 minutos y luego irnos porque las dos horas restantes no nos interesan. Eso sí, un organizador no suele ajustar tanto. Por defecto piden la presencia de todo el mundo, todo el tiempo (porque suelen valorar también poco nuestro tiempo, especialmente cuando se trata de un jefe o un superior “jerárquico”).
¿Responde esto a tu duda? ¿O te queda sensación de que algún caso no está cubierto?
¡Un saludo Iris!
Hola Lago
Hoy mi día tampoco empezó bien y tu advertencia que siempre las circunstancias pasan por algo. Me hace pensar que siempre tenemos Que estar viendo las situaciones deseo el otro lado para preparar tu jugada. Yo no siempre estoy conciente de esto y está conciencia me puede ayudar con una respuesta no esperada
Te felicito Y gracias por compartirlo
Saludos
Tania
¡Muchas gracias Tania, y gracias también por pararte a compartir tu opinión 🙂 ! Siempre hay una explicación para todo, por difícil o absurda que sea. Salir a buscarlas es una actitud.
¡Un saludo!
Hola Iago
Hoy he comenzado el día con pesadumbre, y precisamente mi cuestión hasta cierto punto inconsciente, es que hago muchas cosas inútiles. Sin embargo, al mismo tiempo, pienso que ese camino es esencial que lo pase y que de alguna manera me prepara para mi siguiente paso. Al menos es lo que quiero pensar, y através de tu reflexión, me doy cuenta que quizás es un buen camino.
Definitivamente, hoy, a reevaluar mis actividades diarías, mis proyectos; a concentrarme en menos cosas, buscando un poco de ese 20%
Gracias
Saludos
Insisto como en el artículo que «no todo lo que parece inútil es inútil». A veces no nos queda más que hacer acciones simples y esperar pero no hay que desesperar, solo hacerlas cuanto antes. Así que adelante con eliminar lo inútil pero, verifica bien no deshacerte de actividades esenciales.
¡Gracias a ti Arturo! Un saludo