¿Cocinas habitualmente? ¿Sabes ya qué vas a cenar esta noche?
Pues es probable que si efectivamente cocinas y lo tienes decidido ya, el resultado de esa decisión no dure mucho más de medianoche en tu cabeza. En cuanto le des el último mordisco al último trozo de filete, ese recuerdo en particular va a tener los minutos contados.
Por algún extraño mecanismo, lo más probable es que tu cerebro entierre ese recuerdo para priorizar la información reciente sobre lo antiguo. Así, entre otros, cuando buscas dónde habías dejado las llaves por ejemplo, el último sitio está en tu memoria claramente más fresco que todos los demás sitios en los que has dejado las llaves en tu vida. ¿Pero cómo funciona eso exactamente?
Observando camareras
A principios del siglo XX, a un psicólogo alemán llamado Kurt Lewin se le dio por ponerse a observar camareras. En concreto, su interés se focalizaba en por qué las camareras tenían una memoria tan excelente al recordar los pedidos aún por pagar pero eran prácticamente incapaces de recordar los que habían sido pagados ya.
A Lewin le fascinaba este curioso efecto de memoria y se preguntó a qué factores en concreto podría responder este fenómeno. ¿Era por el dinero? ¿Era porque lo impagado era forzosamente reciente? ¿Era porque para recordar algo se necesita borrar lo previo? ¿Qué era?
Lo que no se acaba, pesa
Sin embargo el efecto del que te hablo no se llama el «efecto Luwin» sino el efecto Zeignarnik porque no fue Luwin, sino una de sus alumnas de psicología quién logró aislarlo y acabó identificando los factores que influían directamente.
Recogiendo los estudios de su profesor, Zeignarnik partió sobre la hipótesis de que al realizar una tarea nuestro cerebro se prepara configurando un entorno de acceso rápido a toda la memoria que va a necesitar. Pasa como con las vías de tren. Los raíles se desplazan y se configuran para que cuando llegue el tren éste continúe a toda velocidad sin notar para nada que acaba de pasar de una vía a otra. Nuestras neuronas harían lo mismo según Zeigarnik.
El cerebro se estanca en lo inacabado
La psicóloga soviética demostró en 1927 mediante un experimento que si mientras haces una tarea te interrumpen, tu cerebro se queda configurado para hacer la tarea que aún no has terminado.
Esto implicaría a la vez que recuerdas muy bien ciertas cosas como lo que han pedido los clientes de una mesa que aún no ha pagado, pero también implicaría que vas sobrecargando tu cerebro con recuerdos que te lastran hasta que no acabes tus tareas. Es como si fueses dejando cada vez más papeles en tu escritorio de tareas que crees que harás pronto aún a riesgo de quedarte sin espacio.
¿Y qué hacer entonces con todo esto?
El primer aprendizaje que podemos sacar de esto es que no puedes liberar información de tu mente o enterrarla en un segundo plano hasta que no hayas dado por zanjada la tarea. Por lo que es conveniente que cierres al máximo lo que abres y evites ir acumulando tareas como si fueses a volver a ellas pronto.
Esto no implica forzosamente que tengas que acabar todo lo que empiezas, pero sí que adquieras el hábito de no dejar las tareas constantemente abiertas como si fueses a volver a ellas a corto plazo.
Así que resumiendo: cierra todo lo que puedas. Vacía tu mente regularmente, apunta lo que te ocupe la cabeza y para que no te aceche la idea, libérate lo que opinas ahora mismo dejando un comentario.
En mi opinión es sobre todo un principio que debemos tener presente. Para cuando te entren ganas de ir acumulando cosas sin zanjar, recuerda la sobrecarga que le vas a generar a tu cerebro. Tratemoslo bien, que no deja de ser nuestra mejor herramienta.
18 comentarios
Muy cierto.. De hecho estos dias estoy pasando por algo similar.. Lo tendré en cuenta
Me alegro de que te haya llegado justo a tiempo Carlos. ¡Un saludo!
En la vida todo es así, hay que cerrar los círculos y pasar la página para no gastar energías (recursos) innecesariamente. Gracias.
Que buen post, fantastico apunte!
Aprovecho para felicitarte por el blog, que aunque te visito mas o menos regularmente nunca te he dejado un comentario.
Gracias por tu trabajo Iago!
Muchísimas gracias, Jorge, tanto por tu valoración como por leer regularmente el blog. Sois los lectores quienes le dais sentido a esto.
¡Un saludo!
Si vamos dejando cosas pendientes, el cerebro se va sobrecargando y nos acabamos agobiando ¿no? Por tanto, una causa del estrés sería la incapacidad de terminar tareas, con independencia de su importancia… ¿Nos ahogamos en un vaso de agua o en la inmensidad del océano? Dependerá de nuestra capacidad de almacenaje de nuestro cerebro… Saludos
Vaya que si pesan los lastres de las cosas no terminadas, y de hecho, a veces no permiten ver el siguiente paso, y nos perdemos de oportunidades, que a veces incluso no se ven por lo mismo.
Crear un sistema y hábitos para lidiar con todo esto es mi gran conclusión, fundamental, pero él hábito de dar seguimiento a ese sistema y la ejecución en sí, es lo más dificil.
Llevo meses, años tratando, y aunque sé que voy en el camino, no lo he conseguido del todo.
Mi potencial, las cosas que he conseguido, las oportunidades que se me han presentado, siento que están limitadas por esto.
Que opinas Iago? Le sigo por ahí, o me renuevo de ideas y trata algo distinto?
Saludos
Los límites son humanos. No te agobies por intentar tratarlo todo, Arturo, ni por aprovechar todas las oportunidades. En ese sentido, deja correr muchas antes de intentar en serio una. Hay que resistirse a la tentación de ir diciendo a todo que sí y de intentar demasiadas cosas en paralelo para ir construyendo tu organización poco a poco. Y en la medida en que tu organización vaya cobrando madurez, tendrás cada vez más y más tiempo y claridad de ideas para aprovechar oportunidades de verdad.
Como parece sugerir Zeigarnik, deja la mayoría de cosas correr y céntrate en una a cada vez siempre con la determinación de cerrarla. Más vale aprovechar una buena oportunidad que produce un cambio real que andar constantemente persiguiendo trenes y no poder saltar en ninguno por agotamiento.
Un saludo Arturo
wow, aunque suelo hacer lo que tengo que hacer, en verdad es un buen punto, creo que sobrecargo normalmente mi mente, con cosas que no son necesarias realmente o que no me importan mucho, pero cubren ciertas imágenes que quiero ser o que crean que soy, wow wow en verdad me pilla por sorpresa, trataré de simplificarme lo que mas pueda para ver como funciona mi disco duro, sin sobrecarga innecesaria jeje te volveré a escribir en una semana mas, muchas gracias Lago! buen nuevo look 😉 Pd: por fin podré comprar tu libro :DD
Gracias Matías (por partida doble). Te he respondido por email esta tarde y no dudes en decírmelo si necesitas otras opciones. ¡Un saludo!
Iago, esto me ayuda a entender la importancia del perdón. Si no perdonas pronto, el rencor se estará acumulando como algo inconluso. a mayor rencor, mayor amargura y así hasta llegar a límites insospechados. Perdona y hazlo pronto, así irás cerrando capitulos.
¡qué buen artículo! aunque necesito releerlo. Solo acepté el reto de opinar ¡ya!
Que la pases bien.
Es una aplicación tan válida como otra cualquiera :D. Gracias por aceptar el reto Víctor Manuel. ¡Un saludo!
Es posible conseguir el audiobook? para los trayectos al trabajo.
¿De la revolución productiva? Me temo que no, Daniela. Pero hay versión ePub y Mobi para lectores y móvil 🙂