Hoy me he levantado maligno. Me he dicho que le voy a arruinar la vida a los emprendedores y para ello he construido una lista con las 10 ideas que mejor me funcionarán. Explotaré sus debilidades como describo
Ah, y una nota, no te creas que sólo pienso en trabajo cuando hablo de «emprendedores». Con ello también me refiero a proyectos personales. Es más, estos segundos son más fáciles de convencer y desanimar, ya verás por qué.
Las 10 ideas para frustrar a todo emprendedor
1. Atacar directo a la moral
¿Para qué voy a esperar a que al emprendedor tenga un mínimo de éxito? Es al principio cuando es débil y está lleno de dudas.
Basta con darle eco a lo que el mismo piensa: «Sí, yo también creo que estás emocionando demasiado». Después de todo si empieza a tener resultados por si mismo se le irá quitando el miedo a estar haciendo algo completamente absurdo.
2. Desviarlo del objetivo principal
Si mi objetivo por ejemplo intenta ir al gimnasio para perder peso creo que lo más fácil será confundirlo. ¿Cómo? Muy sencillo, le haré olvidar el por qué de lo que hace. Llegará un momento en el que crea que está cumpliendo su objetivo por el hecho de ir al gimnasio x horas, ignorando que la diferencia entre ir y hacer ejercicio es la diferencia entre el éxito y el fracaso. ¡Seguro que ni se va a enterar!
3. Inundarlo de ideas semi-buenas
¿Que vas a fundar algo que se llama Facebook? ¡Déjate de chorradas hombre! Lo que está haciendo dinero ahora en internet son los juegos online y las webs de compartir música y pelis. Móntate uno de esos que seguro que triunfan. O uno de estos foros gigantes y le pones un poco de publicidad. O uno de esos que… Eso sí, sólo puedo señalar los aspectos positivos de cada una. Su atención estaría tan dividida que su idea original se iría diluyendo y acabaría por no saber por dónde empezar.
4. Cambiarle las prioridades
Lo mejor de esto es que no tiene ninguna mecánica de trabajo. Acaba de empezar y no tiene un método para centralizar todas sus actividades. Mi pobre víctima está iniciando algo nuevo. Nunca ha tenido la rutina de lo que va a hacer así que convertiré en importante los aspectos que menos le benefician y en menos importante aquellos cambios más radicales.
5. Decirle lo que hace todo el mundo
Las pruebas sociales son imprescindibles. «Nadie hace eso…», «Todo el mundo hace esto otro…», «En mi vida oí de alguien al que eso que dices le haya ido bien». ¡Si es mínimamente innovador la última es perfecta! Tu idea es tan nueva y tan buena que evidentemente no he oído ningún caso de nadie que se haya hecho millonario con eso. ¡Eres un genio, pero te voy a desilusionar con facilidad!
6. Darle consejos absolutos
Con cosas como estas no sólo le pienso dar formato a su cabeza para que nunca acepte grandes ideas. Además no será consciente de ello porque el que las despreciará será su subconsciente. Por ejemplo: «Más vale pájaro en mano que ciento volando», «El que mucho abarca poco aprieta» parecen verdaderos en todas las situaciones, así que si ataco al emprendedor con ellas, cuando le pregunten por qué hace eso responderá que no lo sabe pero que seguirá haciéndolo así. ¡Maquiavélicamente divertido!
7. Crearle necesidades con la excusa de beneficios futuros
Un emprendedor está rozando todos los límites cuando empieza. Reniega de muchísimos lujos y comodidades con tal de sacar adelante su idea. Pero hay algo que no les gusta nada: pensar que lo podrían estar haciendo mejor. ¡Y ahí también pienso intoxicarlo! Le diré que necesita hacer un pequeño esfuerzo económico más, o que es imprescindible que gaste ahora pensando en el futuro. En otras palabras: ¿Estás inseguro sobre tu idea? ¡Pues te aconsejo que dobles la apuesta y en peores condiciones! Esta me hace reír porque es tan irónicamente eficaz…
8. Aislarlo de posibles aliados
Puede que esta sea imposible. Es cierto que hay emprendedores en todos lados. Pero si consigo que por lo menos no hable de ello (sea lo que sea, profesional o personal, lo que se propone) es posible que consiga que nadie de su entorno que pudiese sentirse interesado o aplaudir su idea lo haga. Así que le aconsejaré que sea callado y la lleve en secreto. Si es por trabajo le diré que es para evitar que le roben la idea, y si es personal le diré que lo mejor es que no diga nada hasta que empiece a funcionar («así te ahorras comentarios de la gente»).
9. Jugar con su memoria
Ya me habéis oído hablar de esto cuando os proponía que os creaseis una lista de victorias. Para poner esto en práctica sólo tengo que hacer dos cosas. Cuando tenga una victoria, hacérsela olvidar enseguida y decirle que siga trabajando. Y la segunda es que, cuando vaya a tomar una decisión importante, recordarle la última gran derrota. Le inclinaré tanto la balanza que hasta parecerá razonable dejar pasar muy buenas oportunidades.
10. ¡Gran idea! Pero no la pongas en práctica
Es muy simple, le aplaudiré las ideas que no me quede más remedio que admitir que son muy buenas. Pero me inventaré algún tipo de excusa que le haga pensar que no debe aplicarlas ahora. Tampoco las apuntaré en ningún sitio ni las programaré en ninguna agenda de forma que, efectivamente ahora no es el momento, pero nunca la volverás a ver. ¡Adiós gran idea! Y por 10ª vez, ¡emprendedor frustrado!
Resumiendo
Si tienes el día maligno como yo, apréndete la lista de memoria. Aunque si eres un emprendedor me dará igual que la leas mientras no la pongas en práctica, ¡eso es aplicarte la 10ª en toda regla!
Nota: Mi yo organizativo y emprendedor se ha encontrado esto escrito en mi ordenador. Creo que debería publicarlo para que veas lo que mi yo maligno opina. Así que si tienes un reto no te dejes engañar. Ni por otros, ni por tus propias convicciones o subconsciente.
Tanto a mi yo maligno como al organizativo, nos encantará saber lo que opinas y si piensas poner alguno en práctica. ¿Algo más que añadir a la lista? Puedes dejar tus ideas para aumentar la lista en los comentarios.
6 comentarios
No conocía esta entrada. Subscribo 100% cada uno de los puntos y me quedo con los puntos 4,5,6 y 10.
En cuanto al diez: «está muy bien, de verdad, es una idea muy ocurrente, pero, a ver, ahora en serio, qué beneficios sacas? Por qué no te pones con » x», que es más rentable?» y así es que conectamos con el 5.
Me he sentido muy muy identificada.
Y detrás de toda esta malignidad por parte de nuestros villanos interlocutores (siento ser sincera) creo que hay tres aspectos que se corresponden con la personalidad\ aprendizaje cien por cien anti productivo (que lo hay, créeme): frustración personal , consecuente envidia (fruto de una resiliencia nada entrenada) y falso paternalismo, por ese orden. El interlocutor se siente identificado con el emprendedor, pero o no ha tenido el valor de aprender o ha fracasado, de modo que siente envidia; si ha fracasado, te da pseudoconsejos que no son sino una cuerdecilla que tira de ti para que termines en el mismo lado que él, porque es así: «si yo no lo he logrado, tú tampoco, porque eso implicaría que la culpa fue mía por una mala gestión».
Yo lo tengo claro: he aprendido a no hablar de mis proyectos (personales o profesionales) con personas no que hayan fracasado, sino que no hayan superado sus fracasos hasta el punto de verlos como aprendizajes. Si una persona no ha aprendido a «sublimar» sus fracasos y aún mantiene un conflicto personal consigo mismo por culpa de ellos, jamás podrá dar feedback, alentar y solo se convertirá en una rémora para el que quiere hacer avanzar su proyecto, porque se produce una transferencia de lo más tóxica y un conflicto interior muy «gore»: «yo me veo en ti, pero como yo fracasé, tú también lo harás, porque tú no eres mejor que yo; por eso te animo a que no lo hagas y, de paso, me aseguro de que, si lo intentas, fracases para que con tu éxito la idea que tengo sobre mí mismo no salga danhada».
Hay que tener mucho ojo a la hora de hablar de proyectos personales (yo lo aprendí tarde). Y todo este proceso de transferencia es muy fastidiado porque en muchas ocasiones es inconsciente. Las personas que más nos quieren pueden ser las más tóxicas sin saberlo, porque darse cuenta de la toxicidad de sus palabras o acciones implicaría reconocer un fracaso y exponerse de nuevointimimamente a él, a una herida abierta. Yo particularmente cuando escucho consejos que me » huelen» a conflicto personal no solucionado, escucho, sonrío, doy las gracias y me paso el antivirus xD. Trols anímicos no, por favor.
Grandisísimo post!
PD: soy consciente de que tu artículo es una metáfora sobre los impedimentos que se puede encontrar un emprendedor y no necesariamente un decálogo de las actitudes de las personas que se topan con él; de todos modos, quise enfocar mi comentario hacia las «malas companhías» del emprendedor, más allá de uno mismo, porque es sabido que el que emprende necesita hablar, sacar esa ilusión por los poros y por la boca y el contexto en el que «se deje ir» puede determinar o transformar la energía con la que emprenda y hay mucho vampiro emocional.
A mí no me lo dicen, me dejan en blanco cuando hablo de mi idea, al final digo «me gustaría encontrar un socio» y no hay ningún apoyo, no dicen si la idea es buena o mala, si hay alguien que conozcan que se pueda asociar conmigo, así que considerando que el que calla otorga, es darle una bofetada a mi idea. Plantean la duda de «y sí no encuentro a nadie, no lo podré hacer porque estoy sola?».
Sigo con mi idea, sigo sin socio pero al menos ahora he encontrado este blog e intentaré sacarle el mejor provecho a ambos.
Hola Laura y ¡bienvenida! Será cuestión de seguir hablando de la idea hasta que encuentres a gente especialista en tu tema. ¿Los que no te responden son amigos y familiares o expertos en lo que tú estás intentando?
Los encuentros de emprendedores (cafés, concursos y otros eventos) siempre suelen ser buenos lugares para encontrar gente interesante, especialmente si estás buscando un socio/socia para tu proyecto. Hay que diferenciar la opinión de gente que ha intentado ya proyectos en tu tema (que hablan desde la experiencia) de los que no conocen para nada el medio (que hablan por intuición).
¡Suerte y ánimo con el proyecto! Nos vemos por aquí 🙂
Genial. No sabes cuántas veces he sufrido todo esto por parte de un «competidor jefe» que tenía miedo de ser superado. Uno por uno, a medida que he leido todos estos puntos me he acordado de reacciones concretas de jefes malignos. Me doy cuenta de lo estúpido que fui dejándome manipular.
Algo de todo esto me recuerda también a la película de Mozart, ¿no crees?
¿Qué edad tienes? Parece que atesores una gran experiencia. Te felicito por todo el blog.
Mala suerte si los has tenido que recordar y no que imaginar. Lo importante es que no te vuelvas a dejar engañar con las mismas tretas. Esto es un peligro tanto si te lo hace otro como si te lo haces a ti mismo, así que lo importante es ser consciente en el momento en el que pueden ser decisivas. Gracias por tu comentario y tu opinión del blog. Y por supuesto, bienvenido.