Cómo convertir una pierna rota o los viajes en bus en un incremento salvaje de tu productividad

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Vamos a empezar dándole las gracias por su propuesta de tema a LaNa pero también deseándole una pronta recuperación porque la pierna rota que motiva el título del artículo, desgraciadamente, es la suya.

LaNa preguntaba en un comentario si existe algún consejo de productividad que pueda aplicarse cuando cambia tanto tu situación para intentar paliar la inminente caída del nivel de actividad. ¿Qué podemos hacer en una situación así?

Afortunadamente, no soy un experto en piernas rotas, pero si vemos a una pierna rota como una limitación añadida a gestionar hay una gran cantidad de ideas que se aplican a este caso. Además vamos a generalizar esto para cualquier limitación porque, desde el punto de vista la productividad, en realidad da igual si tienes todos los días 40 minutos de autobús o 1 mes con una pierna rota. Los conceptos y las reglas que se aplican para aumentar tu productividad son exactamente las mismas.

La teoría: tiempo, limitaciones y contextos

Empecemos por los conceptos de base y luego veremos aplicaciones directas.

Principio número 1: una limitación solo te molesta si lo que haces la pone a prueba

Quién tarda más tiempo en leerse 20 páginas: ¿una persona sorda o una persona en un bus? Exacto, lo mismo. Y ni falta hace que te diga que ni el hecho de ser sordo ni el hecho de ir en bus aumentan en nada el tiempo que tardas en leer. Las limitaciones no son universales. Es decir, aquello que en ciertas tareas es una limitación en otras no lo es. Una limitación solo impacta tu productividad cuando intentas hacer algo para lo que es relevante. Escoge bien la tarea que haces en cada momento, y puede que hasta te den igual tus limitaciones.

Principio número 2: cada contexto tiene tanto limitaciones como ventajas

¿Cuántas distracciones caben en la mesita de un tren? ¿Y cuantas llamadas pueden interrumpirte en un avión? Paradójico o no, las limitaciones a veces son ventajas. El aislamiento, voluntario o no, facilita la visión de conjunto (porque lejos del terreno, no puedes actuar, solo pensar). Aprende a dominar esas condiciones porque basta con esfuerzos muy pequeños para convertir malos entornos en entornos geniales. Quitarte internet, espacio en la mesa, disponibilidad al teléfono, capacidad de moverte, etc. pueden ser incluso medidas recomendables según qué contexto.

Los 3 niveles de optimización

Con esas dos ideas en mente el resto es pan comido. Lo que tenemos que intentar constantemente es llevar a la práctica esos dos principios básicos y en la vida real, de hecho, ambas acciones se deberían realizar casi simultáneamente a la hora de planificar.

Pongamos el ejemplo del bus, ¿vale? Digamos que tienes todos los días 2 viajes de 20 minutos para ir de tu casa al trabajo y vice versa. La situación por defecto es que te dediques a mirar alrededor durante el viaje y des ese tiempo por perdido. Todo lo que venga a mayores a mejorar tu productividad es una optimización.

Existen 3 niveles de optimización posibles del tiempo que pasas en ese bus y quiero que no te estanques en los dos primeros. Gestionar bien contextos y limitaciones es llegar hasta el tercer nivel.

    Nivel 1: Ponerte a hacer algo cualquiera

    El nivel uno de optimización es auto-convencerte de que estar en un bus NO es tiempo perdido. Así que puedes usarlo para pensar, para jugar con el móvil, para ver algo o leer algo, etc. El nivel uno implica recuperar la disponibilidad de ese tiempo que tendemos a considerar a priori como inútil.

    Nivel 2: Ponerte a hacer cosas de las que tienes que hacer

    El nivel siguiente es no solo decirte que ese tiempo es tuyo, sino además ser consciente de que hay tareas de tu lista que puedes hacer durante el bus sin problemas. Enviar un email, hacer una llamada, diseñar un plan. Esas cosas no son lo mismo que jugar o ver un vídeo porque no son cosas que «se te acaban de ocurrir» sino que son cosas que hacen que tus objetivos avancen. Es infinitamente más productivo, cuando estás en un contexto limitado, hacer una tarea que sabes que tienes que hacer, que hacer algo por rellenar el tiempo.

    Nivel 3: Ponerte a hacer cosas que tienes que hacer y se benefician del contexto

    El último nivel es hacer de la limitación una ventaja. Es decir, priorizar la realización de una tarea en un contexto diferente del principal. Tendemos a pensar que nuestro entorno de trabajo ideal es nuestra casa o nuestro puesto trabajo, pero los contextos «limitados» están mejor adaptados para según qué tareas. No solo hagas ciertas tareas en el bus, sino que incluso si llegas a casa y tienes una tarea por hacer, considera la posibilidad de posponerla hasta que estés en el bus.
    Es más, si quieres un consejo sacado de la experiencia, no trabajes siempre en un proyecto desde el mismo sitio. La rotación de limitaciones te obliga a enfocar el mismo tema desde puntos de vista distintos (¡muy enriquecedor!).

Resolviendo los pormenores

Estos principios no se aplican solos, sino que te resultarán más o menos útiles en función de la intensidad con la que los apliques. Por ejemplo, hay veces en el bus que, simplemente, no te acuerdas de tus tareas. En esas situaciones es imposible hacer una tarea de la lista porque, aunque tienes la buena predisposición, te bloquea un elemento técnico.
Mi consejo en este aspecto es que no te pares nunca ahí. Puede que desaproveches un viaje de bus o dos por esta cuestión, pero no reacciones abandonando. Al contrario, la reacción correcta es evolucionar. Explora la posibilidad de poner tu lista de tareas accesible desde internet, en el móvil o en una libreta de papel que lleves contigo. 40 minutos 5 veces a la semana, son más de 3 horas por semana. No las cedas tan fácilmente.

Siempre que puedas, cambia el tiempo limitado por el tiempo al 100% de capacidad. En otras palabras, siempre que estés en un contexto con algún tipo de limitación, formúlate la pregunta de: ¿qué puedo hacer yo ahora para ahorrarme esfuerzos cuando esté sin limitaciones?

Nos pasamos unacantidad ingente de tiempo fuera de nuestro entorno ideal (pierna rota, bus, mudanza a medias, trabajo temporal, etc.). Así que avanza reflexiones futuras, haz las partes que ya puedes avanzar, rediseña y mejora las acciones antes de que puedas empezarlas. Paradójicamente, le corresponde al tiempo en entornos limitados el tomar las grandes decisiones porque, cuando te encuentres en tu mesa al 100% de tu capacidad, lo último que quieres que te pase es tener que ponerte aún a pensar el plan (cuando podías llevarlo preparado de antes).

Ejemplos de ideas concretísimas

Ahora sí. Para que quede claro claro, he aquí un par de instrucciones directamente aplicables para una situación como la de la pierna rota:

  • Rechaza o pospón toda tarea física y ponte a hacer tareas cognitivas actuales o futuras ineludibles (decisiones, planificación, organización, compras por internet, etc.)
  • Haz tareas cognitivas pero útiles (no hagas cosas de relleno, haz la parte que puedas de lo que harías con el pie curado)
  • Intercambia tareas con otras personas: tareas físicas que necesitas a cambio de tareas fáciles en tu condición (ordenador, redacción, diseño, etc.)
  • No abandones esta mentalidad incluso cuando la pierna se haya curado
  • Extiende la idea a otras limitaciones que puedas tener en tu día a día

¿Has vivido tú mismo alguna situación parecida? ¿Cómo hiciste para organizarte? Nos vemos en la zona de comentarios.

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2 comentarios

  1. Buen artículo. Sólo una pequeña puntualización: la forma correcta para denominar a la gente con discapacidad auditiva es personas sordas. Su capacidad fonadora no está limitada.

    • Completamente de acuerdo, Jano. Y de hecho lo corrijo directamente porque aunque no haya ninguna incorrección explícita, comprendo lo que se puede interpretar.

      En la primera versión del artículo esa frase estaba formulada diferente y en la versión actual la palabra «sordomudo» no es la más adaptada, sino «sordo». A veces simplificando explicaciones quedan reliquias de la frase anterior y en esta mejor cambiarlo.

      ¡Gracias por el aporte!

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