Qué hacer cuando no sabes por dónde empezar

Te han colgado una tarea enorme y lo peor de todo es que no tienes ni idea de cómo la puedes hacer. Si fuese personal la procastinarías diciéndote que necesitas un tiempo para pensar sobre ello que en realidad nunca llegaría, pero no es posible.

Estás gastando más tiempo convenciéndote de que no lo conseguirás, que intentando buscar una solución. Para esos grandes monstruos te traigo el hacha definitiva. Vamos a afrontar el reto.

1. Empieza por definir bien el objetivo

La mayoría de las veces no tenemos más que una vaga definición de lo que se nos pide, incluso a menudo esto viene mal explicado de arriba. Nos dan pocas especificaciones porque ni siquiera el que nos encarga la tarea lo tiene muy claro.

Pero en el caso general en tu cabeza no ronda más que una idea aproximada de lo que quieres conseguir y a esto debes hacerle frente lo antes posible. El principal problema de una tarea mal definida en tu cabeza es la sensación de inseguridad que te produce.

No sabes cómo lo harás, ni cuánto tiempo te debería llevar ni siquiera si te van a llegar tus recursos o deberías estar ahorrándolos desde ya. Si además tiene fecha límite estarás rezando internamente porque esta no pase antes de que la empieces a definir.

Por eso empieza por lo básico. Define líneas que si las cruzas, darán al objetivo por cumplido. Pueden ser números, frases, soluciones a problemas o lo que sea. Cualquier trabajo que produzca un resultado puede medirse por su resultado. Pero define tu objetivo con frases concretas y objetivamente evaluables.

2. ¿Cómo lo hacen los demás?

Hombre, existe la investigación puntera y muchos objetivos innovadores, pero no puedes ignorar que la gran mayoría de tareas de este mundo, ya se han hecho.

En el peor de los casos, echando un vistazo a tu entorno, encontrarás inspiración. El cómo han cumplido otros objetivos similares en otros entornos no sólo puede aportarte ideas sino que además éstas están probadas y puedes predecir mejor sus efectos.

Con un par de minutos invertidos en contrastar y preguntar, a menudo ahorras horas puesto que te evitarás el tener que empezar desde cero.

3. ¿Existe alguien o alguna solución rentable?

Lo importante de esta idea es la palabra rentable. La idea es que para alcanzar un objetivo no necesitas hacerlo siempre tú. Sólo necesitas que el balance sea rentable.

Piensa con mentalidad de intermediario y no de ahorrador. Si para tu tarea hay unos especialistas que la solucionan de una manera mucho más eficaz incluso teniendo en cuenta el dinero que te van a cobrar, no pagarlo es una tontería.

En una empresa, el ganador es el que consigue producir más dinero, no el que saca adelante más trabajo. Por eso, si tu tiempo invertido en un objetivo es más caro que el que lo hagan otros mientras tú sacas partido a un segundo negocio: ¡delégalo!

4. Si lo haces tú: céntrate en las necesidades

El hecho de que la resolución por ti mismo sea sólo la 4ª parte de este post es completamente voluntario. Es importante de que te conciencies de que cuánto menos resuelvas artesanalmente, más eficaz serás.

Ahora bien, si has identificado bien tu objetivo (como decía al principio) te resultará fácil listar sus necesidades. Ésas necesidades y sólo ésas son lo que te separa de llegar a cumplirlo, así que tu atención debe empezar por ahí.

Por qué el modelo simple no funciona

Te lo enseñaré gráficamente. Para tareas pequeñas puedes empezar por proponer ideas para encontrar una solución funciona. Sin embargo, no es la buena manera de resolver problemas, es sólo, que hay pocas posibilidades y acabas dando pronto con la solución.

Cuando el objetivo es complejo como el que intentamos solucionar ahora, el sistema no vale. En seguida te ves a ti mismo diciendo «no se me ocurre nada». Tu aproximación habría sido algo así:

Conseguir-objetivos

Lo peor de este sistema no es que no se te ocurra nada. Sino que el trabajo no es linear o, dicho de otro modo, cada idea no aporta cosas nuevas.

Si la idea que se te ocurre no te resuelve el problema de principio a fin tendrás que volver al principio. Estarás prácticamente como si no hubieses hecho nada aunque lleves horas de brainstorming.

Resolviendo a la inversa

Así que empieza por definirlo al revés. Intercambia las posiciones de «objetivo» y «yo actual». Empieza por definir las necesidades partiendo desde el objetivo.

Por ejemplo, para ser millonario, comenzarías por trazar unas flechas con etiquetas indicando formas de ganar dinero. A continuación ve descartando aquellas que te parecen demasiado difíciles, poco rentables, hasta quedarte con la mejor. Eso sí apuntando por qué dejas de lado cada idea, esto es fundamental.

Paso a paso cada vez estarás más cerca del otro lado del papel. Tu objetivo es llegar a una pelota verde donde finalmente puedas enlazar una flecha hasta «yo actual» porque todos los requisitos para esa pelota verde ya los cumples a día de hoy.

Este es mi ejemplo simplificado para hacerme rico:

Aunque repetiré una y mi veces que el dinero, al igual que la organización, es un medio y no un fin. ¡Espero que no lo pongas como objetivo final!

Qué hacer con el papel

El papel es tu resolución de tomar una opción para resolver ese problema o reto. Lo primero que debes hacer es conservarlo y tenerlo bien visible.

Imagínate que de pronto los bancos recuperan solvencia y se vuelve más fácil encontrar inversión. Sería momento de quitar esa cruz roja en «Carezco de inversión». Si prefieres esa opción y eres capaz ahora de hacerla llegar hasta ti habrás encontrado una mejora.

Del mismo modo esto evita que cada vez que te planteas el problema te olvides de por qué estás haciendo lo que haces. Tu balance está hecho y debes conservarlo y revisarlo.

Ser rico, llevar a cabo tu sueño o hacer lo que realmente quieres ha pasado de tu mente al papel. Si tienes la capacidad de crear una línea de pelotas verdes y flechas que llegue hasta ti eso es nada más y nada menos que un plan realista.

¿Qué opinas? ¿Vas a intentar lo que llevas procrastinando tanto tiempo?

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18 comentarios

  1. Mi meta es crear mi propia empresa, este artículo me llega muy bien y creo que tengo la pelota verde para la rentabilidad pero entre ese y «yo» siento que hay múltiples flechas invisibles. Sigo con el artículo de definir los objetivos. 🙂

    • Hehehe 🙂 ¡El eterno dilema! Siempre hay un salto grande en los objetivos más importantes pero, ahí es dónde más hay que tirar de las técnicas de búsqueda de estrategias.

      Si no tienes «La revolución productiva» échale un ojo al índice, especialmente capítulo 3.2 «Estrategias: crear el mejor plan que puedas ejecutar». Que de hecho parece pequeñito ¡pero son 11 de las ~100 páginas del libro!

      Y esa parte va justo de eso explicación de A a Z desde que te dices «OK este es mi objetivo que acabo de definir perfecto» hasta que puedes decir «ya tengo listo el plan, ahora solo falta ejecutar».

      El resto del libro va sobre lo que viene antes y lo que va después, por supuesto, pero a ti en este momento, el 3.2 me huele que es lo que te va a venir como anillo al dedo.

      Tienes la página dedicada aquí y dentro encontrarás el índice: https://iagofraga.com/libro-la-revolucion-productiva/

      De todas formas, perfecto seguir por los objetivos. ¡SIEMPRE antes objetivos que estrategia! Si te atascas en algún lado ya sabes que estoy a un comentario de distancia.

      Ánimo Laura, ¡un saludo!

  2. Mi meta es en relación a la estabilidad de mi hogar, mis hijos. Mi trabajo gira en torno a ellos, ver que consigan sus objetivos. Empecé a leer porque tengo una tarea. Sin embargo, esto me hace recordar la estrategia de un partido de fútbol. Me entusiasma la idea de planificar mi estrategia teniendo en cuenta que todo paso que haga, habrá sido un avance. Mi meta estará siempre a la vista, como si viera por un telescopio. Hacer mi negocio rentable, hará que mi familia se acerque a sus metas. Voy por buen camino. Gracias.

  3. Recién empiezo a leerlo, pero la falta que me h ace.

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